Imagina que tu intestino es un jardín, y en él viven millones de pequeños jardineros: los microorganismos de tu flora intestinal. Cada día trabajan para mantener tu salud digestiva y protegerte de enfermedades. Pero, ¿qué pasa cuando este jardín pierde su equilibrio? Ahí es donde entran los probióticos.

Los probióticos son alimentos o suplementos que contienen microorganismos vivos destinados a mantener o mejorar las bacterias “buenas” (microbiota normal) del cuerpo. Los prebióticos, por otro lado, son alimentos (generalmente con alto contenido de fibra) que actúan como nutrientes para la microbiota humana. Los prebióticos se utilizan con la intención de mejorar el equilibrio de estos microorganismos.

Por ejemplo, los probióticos se encuentran en alimentos como el yogur y el chucrut, mientras que los prebióticos se encuentran en alimentos como los granos integrales, las bananas, las hortalizas de hoja verde, las cebollas, el ajo, la soja y las alcachofas. Además, se agregan probióticos y prebióticos a algunos alimentos y están disponibles como suplementos alimentarios.

Actúan como refuerzos que llegan a tu intestino para combatir microorganismos nocivos, producir vitaminas y mejorar la absorción de nutrientes.
Si estás considerando tomar suplementos, consulta con el médico para asegurarte de que sean adecuados para ti.